Me mirás y entonces todo empieza a desestructurarse. Se rompen los espejos, se quiebran las líneas del aire, se rompe el silencio. Vos ni siquiera te das cuenta el dolor que causa tu presencia en los demás. Te imponés como si nada importara, y así descolocás todo. Me frustra la idea de hacerte entender que ya no necesito de tu arrogancia, cuando en realidad ni yo me lo creo todavía. Bastante tengo con tu hedonía cotidiana. Ojalá te esfumaras por un rato para que puedas dejarme libre de una vez. Aunque pienso que nunca voy a ser más libre que con vos a mi lado.
Si te vas me desorienta el orden, la ausencia del ruido. Cada cosa vuelve a su lugar en un solo segundo, lo alegre se vuelve rutinario... y es tan aburrido. Mentime si querés en la cara, olvidate mi nombre y mi pasado, acordate que te buscan otras, dejame en cualquier lado, no me busques nunca. De esa manera sabré que aún existís en mi vida, y comenzaré a existir yo, a tu lado.
Esa duplicidad que generás la odio y la amo tanto. Soy cómplice de ella, aunque me cueste aceptarlo.